27 septiembre 2009

Riding the surf

Aunque seguimos teniendo un tiempo increíblemente bueno, lo que en España sería el veranillo de San Miguel, he empezado a tener síntomas de resfriado (me tienen rodeado), así que me he metido una dosis de Frenadol y ahora mismo estoy flotando. Sólo lo advierto, estoy escribiendo colocado, no juzguéis con severidad.

A veces hay que dejarse arrastrar y aprovechar la corriente, aunque te lleve a un sitio que no tenías planeado. Por eso ahora me limito a ser llevado de parque en parque y de calle en calle por los días soleados; y cuando oscurece de antro en antro de la mano de una cerveza y una sonrisa amiga. Intentando ajustar la realidad a la imagen mitológica de París, la que tan bien contaba Manuel Vicent, la que te hace creer que

la libertad y la vida sólo estaban en los libros y que no había nada en el mundo como ser joven en París

Dejadme que peregrine en busca de esos rastros literarios y musicales mientras construyo mi propio mapa de lugares míticos de París. Así tal vez un día podamos compartirlos.

20 septiembre 2009

Aclimatándome

La vida se ve de otro color con bombillas que encienden. Más luminosa. También ayuda mirarla a través del fondo de la tercera pinta de cerveza de un bar de Bastilla.

Son unos días ajetreados: muchas cosas que hacer, muchos sitios que descubrir, muchas personas que conocer. Ayuda a no pensar que estoy a mil kilómetros de mi familia y amigos rodeado de gente que habla un idioma extraño. Disculpad si no escribo más (creo que es la idea que más se repite en este blog, perdonad de nuevo), pero de verdad que resulta una hazaña sentarse media hora al teclado en soledad sin que los demás piensen que soy un tipo huraño. Hay que darles un poco de tiempo para que descubran que es cierto.

15 septiembre 2009

Vuelta a empezar

Este sitio siempre ha tenido más vocación de cuaderno de bitácora que de diario de a bordo, pero tal vez vaya a cambiar. El caso es que estoy en una habitación de París con encanto y cierto valor histórico, o sea, tirando a cutre y avejentada, con un unos muebles que diría directamente traídos de los años setenta si las marcas del tiempo no fueran tan visibles; la mitad de las bombillas no encienden y la toma ethernet escupe el cable, con lo que hay que estar apretándolo para tener conexión. Por no mencionar que dicho enchufe, en vez de junto a la mesa, está al otro lado del cuarto, junto a la nevera, con lo que mientras me hago con un cable largo o navego tirado en el suelo o sobre la nevera, lo que imagino que será una buena solución de refrigeración, pero no es precisamente ergonómico.

No todo son malas noticias: tengo 23 años y vivo en París. Pues habrá que salir y vivir. En realidad tampoco se aleja tanto del plan inicial. Por cerrar el círculo citando a Nacho Vegas, quizá:

Y así comienzo a novelar
la historia de lo que será
cuando las cosas vayan a peor.

O no.