Empiezan los calores, y eso se nota especialmente en nuestro querido suburbano. Si ya en invierno tiene una atmósfera cargada, en cuanto suben un poco las temperaturas la cosa se acerca más a sofocante. Obreros, gente que viene de hacer deporte o, directamente, tipos que se preocupan realmente poco por la higiene (¿es personal si puede afectar a tantas personas?), unidos a un sistema de renovación de aire poco eficaz, hacen esta situación posible. De aire acondicionado ni hablamos. Eso se reserva para congelarnos en los autobuses en agosto.
Por si fuera poco, la cosa se complica con las aglomeraciones de los últimos días: unos porque hay huelga, otros porque sí, porque puede haber averías en el momento más inesperado. Gracias por dejarnos sentir un poco de calor humano.
Otra cosa que tampoco acabo de entender, este tipo de huelgas consistentes en causar molestias al cliente, en vez de al empleador. ¿Les importará mucho a los jefes que la gente vaya algo más apretada que de costumbre y llegue a sus destinos con retraso? Al final, o la montan los usuarios, como en la última huelga de autobuses, donde se acabaron amotinando y agrediendo a algún conductor, o los de arriba ni se inmutan. ¿No sería mejor hacer una huelga de verdad? Vale cualquiera de sus variantes: a) parar completamente el servicio de metro o, b) que funcione todo con normalidad, o incluso bien, pero, por ejemplo, no cobren al usuario. Aunque esto seguro que no es competencia suya, y así pueden hacer sus huelgas por un lado los conductores, por otro los taquilleros, por otro los de seguridad...
PD: no soy muy dado a los titulares ingeniosos (prefiero intentar hacerlos inteligentes), pero en esta ocasión no he podido resistirme.
26 abril 2006
25 abril 2006
Yo también amo a Laura
La última frikada que triunfa en internet. Si Laura es la de azul, yo también la quiero, aunque no sé si aguantaría hasta el matrimonio. Otras teorías proponen que los cuatro aman a Laura, y lo que esperan es que con este gobierno de rojos se legalice la poligamia.
Que en realidad sea una campaña de MTV es lo de menos.
21 abril 2006
Acoso
Buscando información sobre la expresión sexual assault para traducirla en la entrada anterior, Google de nuevo me lleva a otro gran hallazgo: una página del U.S. Department of Health and Human Services, el equivalente al Ministerio de Sanidad, en dónde explica a las mujeres qué es eso del "asalto" sexual (no sé si es del todo correcto traducirlo por acoso):
A continuación, nos ofrecen unos útiles consejos (selecciono los mejores):
Sexual assault and abuse is any type of sexual activity that you do not agree to, including:Bueno, hasta ahí vale. Es parecido al concepto de acoso que tengo. Pero es que luego siguen:
- inappropriate touching
- vaginal, anal, or oral penetration
- sexual intercourse that you say no to
- rape
- attempted rape
- child molestation
Sexual assault can be verbal, visual, or anything that forces a person to join in unwanted sexual contact or attention. Examples of this are voyeurism (when someone watches private sexual acts), exhibitionism (when someone exposes him/herself in public), incest (sexual contact between family members), and sexual harassmentChupa del frasco. Tirarte a tu hermana también es delito (un tabú, no del todo absurdo, bastante antiguo). Incluso seguramente ir desnudo por la calle sea una agresión, sin ser especialmente deforme ni nada. Me suena (hasta ahora creía que era leyenda urbana) que hay estados en los que si te ven practicando el sexo en tu casa también puede ser ilegal, por no echar la cortina. Degenerado.
A continuación, nos ofrecen unos útiles consejos (selecciono los mejores):
Never leave your drink unattended — no matter where you are. Date rape drugs make a person unable to resist assault and can cause memory loss so the victim doesn’t know what happened.
Lock your door and your windows, even if you leave for just a few minutes.
Be wary of isolated spots, like underground garages, offices after business hours, and apartment laundry rooms.
Avoid walking or jogging alone.
Never hitchhike or pick up a hitchhiker.
In case of car trouble, call for help on your cellular phone. If you don’t have a phone, put the hood up, lock the doors, and put a banner in the rear mirror that says, “Help. Call police.”
Examen sinusal gratuito
Reuters nos regala, a través de la página personalizada de Google, una de esas historias que sólo pueden pasar en EE.UU: Phony doctor gives free breast exams. Algo así como "falso médico ofrece exámenes de mamas gratuitos". Lo sorpendente no es eso, sino que al menos dos mujeres de treinta y tantos aceptaron cuando un tipo de 76 años se presentó en su puerta y les pidió que se desnudaran para un examen médico gratuito. Eso sí, una de ellas sospechó cuando el hombre empezó a tocarle los genitales sin guantes. Así que ya sabéis: si queréis ir fingiendo reconocimientos médicos por las casas de universitarias americanas, hacedlo con guantes, que si no puede resultar sospechoso. Y encima te acusan de abuso sexual, o algo así. ¡Pero si se habían dejado!
Es como el mail aquél que te advertía de que si llegaba un hombre a tu puerta diciendo que hacía una encuesta para Chupa-Chups y te pedía que le chupases la polla era mentira, pues en realidad trabajaba para Sugus: resulta que hay sitios en los que la gente se lo cree.
Es como el mail aquél que te advertía de que si llegaba un hombre a tu puerta diciendo que hacía una encuesta para Chupa-Chups y te pedía que le chupases la polla era mentira, pues en realidad trabajaba para Sugus: resulta que hay sitios en los que la gente se lo cree.
18 abril 2006
Entre tanto, remar
Es posible que últimamente escuche demasiado a Nacho Vegas. También es cierto que he dado una vuelta de tuerca más a la interpretación de sus canciones. Primero, la alegre tristeza que desprenden muchas de sus composiciones, música alegre y letras tristes. Segundo, amargura: todo tiene un brutal toque irónico, más cercano al sarcasmo o la sátira, que no deja títere con cabeza, empezando por él mismo (uno mismo), todo desprende un polvo gris, cualquier cosa buena esconde una mala. Sería difícil sobrevivir en semejante mundo si no fuera por los viajes al jardín de la duermevela. Ahora, esperanza. Quizá sea distanciamiento personal, quizá forme parte de las propias palabras, del propio distanciamiento necesario para escribir tan desde dentro, pero tras esa amargura se esconde una suerte de fatalismo vitalista, o vitalismo fatalista, si es que una conjunción tan extraña se puede dar. Aunque espere que tras esta vida no haya nada más, aunque lleve tatuado en el pecho PERDEDOR, aunque no haya droga capaz de matar todo ese dolor, lo ha pasado bien y ha trazado un ambicioso plan, que consiste en sobrevivir (dicen que en el amor siempre hay un vencido y un vencedor, pero no hay más que supervivientes). De todas formas, no es tan largo el camino ni tan lento el dolor. Y, entre tanto, remar.
06 abril 2006
Qué ciudad
Lugar: La Riviera, Madrid
Día: 24 de marzo de 2006
Hora: 21.00
Culpable: Iván Ferreiro y otros artistuchos
Empezó puntual el espectáculo porque traían un programa apretado. La Riviera, aunque se habían agotado las entradas, no me pareció tan llena como en otras ocasiones. Quizá es sólo que estaba menos metido en el mogollón que de costumbre. Arrancaron, como dos semanas antes, con Días extraños y Santadrenalina. De hecho, el repertorio fue bastante parecido, aunque cambiando algo el orden. Cabe destacar la inclusión de Piensa en frío, gran tema que tendrán que grabar en algún momento. Lo malo es que con estos temas no publicados y las versiones parte de la gente se ponía a charlar, como si aquello fuera un bar. Hacia el final del concierto empezaron las "sorpresas": Iván invitó a Lisandro Aristimuño a cantar y tocar Ciudadano A, aunque debo decir que, desde mi posición, su aportación resultó... infinitesimal. Inapreciable. Encima, se perdió en gran medida la potencia guitarrera del final. Poco después empezaron a sonar unas notas conocidas... no puede ser... ¡Diecinueve! Y, por si fuera poco, se une Miguel Rivera, el cantante de Maga. Aprovecho para dar unos botes orgulloso con mi camiseta del grupo sevillano. Suena La distorsión; en esta segunda escucha me gusta mucho más, pero sigue sin ser una canción para acabar un concierto. Claro, si todavía no han tocado La Canción. Efectivamente, para cerrar la actuación, Turnedo. Y en ese maravilloso popurrí en que desemboca suben al escenario los invitados anteriores y Xoel López, aka Deluxe, que añade toda su clase y alguna canción de su repertorio. Saludan y se van, pero el público quiere más. Grita, canta, silba durante unos cuantos minutos, hasta que la banda no tiene más remedio que volver. Pero cuando estamos a punto de relamernos pensando en lo que se avecina, Iván toma el micro y nos dice que lo siente mucho, pero son las once y no pueden tocar más. No quiere que cierren otra sala. ¿Qué clase de ciudad es esta en la que la mayor sala de conciertos debe callarse a las 23.00 porque si no la denuncian? Además, los menores de edad no pueden asistir a estas actividades culturales, el ayuntamiento persigue a los locales hasta asfixiarlos, ir con una lata de cerveza abierta por la calle es delito... Asco de ciudad.
Día: 24 de marzo de 2006
Hora: 21.00
Culpable: Iván Ferreiro y otros artistuchos
Empezó puntual el espectáculo porque traían un programa apretado. La Riviera, aunque se habían agotado las entradas, no me pareció tan llena como en otras ocasiones. Quizá es sólo que estaba menos metido en el mogollón que de costumbre. Arrancaron, como dos semanas antes, con Días extraños y Santadrenalina. De hecho, el repertorio fue bastante parecido, aunque cambiando algo el orden. Cabe destacar la inclusión de Piensa en frío, gran tema que tendrán que grabar en algún momento. Lo malo es que con estos temas no publicados y las versiones parte de la gente se ponía a charlar, como si aquello fuera un bar. Hacia el final del concierto empezaron las "sorpresas": Iván invitó a Lisandro Aristimuño a cantar y tocar Ciudadano A, aunque debo decir que, desde mi posición, su aportación resultó... infinitesimal. Inapreciable. Encima, se perdió en gran medida la potencia guitarrera del final. Poco después empezaron a sonar unas notas conocidas... no puede ser... ¡Diecinueve! Y, por si fuera poco, se une Miguel Rivera, el cantante de Maga. Aprovecho para dar unos botes orgulloso con mi camiseta del grupo sevillano. Suena La distorsión; en esta segunda escucha me gusta mucho más, pero sigue sin ser una canción para acabar un concierto. Claro, si todavía no han tocado La Canción. Efectivamente, para cerrar la actuación, Turnedo. Y en ese maravilloso popurrí en que desemboca suben al escenario los invitados anteriores y Xoel López, aka Deluxe, que añade toda su clase y alguna canción de su repertorio. Saludan y se van, pero el público quiere más. Grita, canta, silba durante unos cuantos minutos, hasta que la banda no tiene más remedio que volver. Pero cuando estamos a punto de relamernos pensando en lo que se avecina, Iván toma el micro y nos dice que lo siente mucho, pero son las once y no pueden tocar más. No quiere que cierren otra sala. ¿Qué clase de ciudad es esta en la que la mayor sala de conciertos debe callarse a las 23.00 porque si no la denuncian? Además, los menores de edad no pueden asistir a estas actividades culturales, el ayuntamiento persigue a los locales hasta asfixiarlos, ir con una lata de cerveza abierta por la calle es delito... Asco de ciudad.
03 abril 2006
Confesión
Sí, confieso: fui educado en la LOGSE. Quizá haya conseguido engañar a alguno a lo largo de mi vida luciendo una cierta pátina cultural, o dándomelas de cultureta directamente, pero es todo mentira; y, lo poco que de verdad haya aprendido, fue todo fuera de la escuela.
De hecho, como todo el mundo sabe a estas alturas, lo del colegio era una tapadera: los niños y adolescentes teníamos a los padres convencidos de que íbamos al colegio o instituto, lugares de enseñanza, pero, gracias al PSOE y su ley, pasamos allí años sin que una sola idea consiguiera penetrar en nuestras duras molleras. En Primaria nos tuvieron que enseñar a leer y escribir y las cuatro reglas para disimular más que nada. Habría resultado demasiado llamativo para nuestros progenitores. Sin embargo, una vez alcanzados esos niveles básicos, las clases se convirtieron en una pantomima: los profesores se encerraban durante una o dos horas con los alumnos sin hacer realmente nada.
En Geografía no llegamos a estudiar siquiera la Península, mucho menos esos países extranjeros con nombres tan raros.
La Historia era siempre una versión descafeinada, apocada, sin batallas ni esas cosas violentas; la profesora andaba pidiendo perdón cada dos por tres por las tropelías cometidas por nuestros antepasados. De la Guerra Civil, lo que vino después o lo de después de aquello (perdonen, es que ni sé el nombre) ya ni hablamos.
En Matemáticas nos pasábamos el día intentando sumar peras con manzanas, así que cuando empecé una ingeniería en la que integrar y derivar era el pan nuestro de cada día me encontré completamente perdido, suspendiendo álgebra y cálculo convocatoria tras convocatoria.
Lengua y Literatura fue de lo más penoso: nos habían enseñado a escribir, pero no continuaron con las reglas de acentuación, menos aún con puntuación, sintaxis, redacción fluida o algo parecido. Si aquí se me escapa alguna construcción correcta y sin faltas de ortografía es por el corrector de Word, que como todo el mundo sabe, no deja pasar una. En cuanto a los libros, no sólo no nos obligaban a leernos un libro al mes más otro clásico cada trimestre (Delibes, el Lazarillo de Tormes y ese tipo de best-sellers de usar y tirar), sino que nos recomendaban que leyéramos lo menos posible, pues está demostrado que es nocivo para la vista. De Historia de la Literatura nada, por supuesto. El año pasado me enteré de la existencia de un tal Cervantes que había escrito un libro muy gordo gracias a la tele, en la que hablaban todo el rato de ese señor no sé muy bien por qué, si se había muerto hacía mucho. Al final me entró curiosidad y lo intenté leer, pero me pareció una mierda y lo dejé sin acabar el primer capítulo.
Teníamos también una clase que primero se llamaba Ética y luego Filosofía en la que una profesora hablaba de cuestiones que a nadie le importan, de modo que no le hacíamos mucho caso; quiero decir, todavía menos caso que a los demás. Seguramente, una de las mayores pérdidas de tiempo de mi edad escolar. Como nadie nos había enseñado a pensar, nunca surgió ningún tipo de discusión en clase ni seguimos hablando jamás de esos temas fuera de las aulas.
Encima, dado que las asignaturas de Letras están discriminadas, las de Bellas Artes también y las de Ciencias no son menos (ya digo que todo era en realidad una coartada para juntarnos en los recreos a jugar al fútbol), he acabado sin tener unas nociones mínimas de latín (lo de los griegos, con el alfabeto ese tan raro que tienen ya es imposible), haber dibujado un jarrón o escuchado a Bach en mi vida. Y cuando leo en el periódico, perdón, veo en la tele una noticia sobre avances genéticos, experimentos físicos sobre la naturaleza del universo o la estructura de la materia no tengo la menor idea acerca de qué rayos están hablando.
Ahora que ya he terminado, sólo quiero que me dejen hacer botellón en paz.
De hecho, como todo el mundo sabe a estas alturas, lo del colegio era una tapadera: los niños y adolescentes teníamos a los padres convencidos de que íbamos al colegio o instituto, lugares de enseñanza, pero, gracias al PSOE y su ley, pasamos allí años sin que una sola idea consiguiera penetrar en nuestras duras molleras. En Primaria nos tuvieron que enseñar a leer y escribir y las cuatro reglas para disimular más que nada. Habría resultado demasiado llamativo para nuestros progenitores. Sin embargo, una vez alcanzados esos niveles básicos, las clases se convirtieron en una pantomima: los profesores se encerraban durante una o dos horas con los alumnos sin hacer realmente nada.
En Geografía no llegamos a estudiar siquiera la Península, mucho menos esos países extranjeros con nombres tan raros.
La Historia era siempre una versión descafeinada, apocada, sin batallas ni esas cosas violentas; la profesora andaba pidiendo perdón cada dos por tres por las tropelías cometidas por nuestros antepasados. De la Guerra Civil, lo que vino después o lo de después de aquello (perdonen, es que ni sé el nombre) ya ni hablamos.
En Matemáticas nos pasábamos el día intentando sumar peras con manzanas, así que cuando empecé una ingeniería en la que integrar y derivar era el pan nuestro de cada día me encontré completamente perdido, suspendiendo álgebra y cálculo convocatoria tras convocatoria.
Lengua y Literatura fue de lo más penoso: nos habían enseñado a escribir, pero no continuaron con las reglas de acentuación, menos aún con puntuación, sintaxis, redacción fluida o algo parecido. Si aquí se me escapa alguna construcción correcta y sin faltas de ortografía es por el corrector de Word, que como todo el mundo sabe, no deja pasar una. En cuanto a los libros, no sólo no nos obligaban a leernos un libro al mes más otro clásico cada trimestre (Delibes, el Lazarillo de Tormes y ese tipo de best-sellers de usar y tirar), sino que nos recomendaban que leyéramos lo menos posible, pues está demostrado que es nocivo para la vista. De Historia de la Literatura nada, por supuesto. El año pasado me enteré de la existencia de un tal Cervantes que había escrito un libro muy gordo gracias a la tele, en la que hablaban todo el rato de ese señor no sé muy bien por qué, si se había muerto hacía mucho. Al final me entró curiosidad y lo intenté leer, pero me pareció una mierda y lo dejé sin acabar el primer capítulo.
Teníamos también una clase que primero se llamaba Ética y luego Filosofía en la que una profesora hablaba de cuestiones que a nadie le importan, de modo que no le hacíamos mucho caso; quiero decir, todavía menos caso que a los demás. Seguramente, una de las mayores pérdidas de tiempo de mi edad escolar. Como nadie nos había enseñado a pensar, nunca surgió ningún tipo de discusión en clase ni seguimos hablando jamás de esos temas fuera de las aulas.
Encima, dado que las asignaturas de Letras están discriminadas, las de Bellas Artes también y las de Ciencias no son menos (ya digo que todo era en realidad una coartada para juntarnos en los recreos a jugar al fútbol), he acabado sin tener unas nociones mínimas de latín (lo de los griegos, con el alfabeto ese tan raro que tienen ya es imposible), haber dibujado un jarrón o escuchado a Bach en mi vida. Y cuando leo en el periódico, perdón, veo en la tele una noticia sobre avances genéticos, experimentos físicos sobre la naturaleza del universo o la estructura de la materia no tengo la menor idea acerca de qué rayos están hablando.
Ahora que ya he terminado, sólo quiero que me dejen hacer botellón en paz.
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