30 octubre 2009

Repasando

Léobille, reconnaisant, leur prêta, pour l'occasion, sa propre chambre et le fer à repasser électrique en cloisonné chinois, qu'il tenait de sa mère, laquelle le tenait de sa grand-mère, et que, dans sa famille, on se repassait de génération en génération depuis la première Croisade.

Así termina el cuento Surprise-partie chez Léobille, del ingeniero, músico y escritor Boris Vian.

Tal vez sólo sea que me alegra entender un juego de palabras en francés. (La cosa está en que el "fer à repasser" prestado , es decir, una plancha, se pasaba de generación, se re-pasaba, o sea, se "repassait".)

29 octubre 2009

El gallo

Parece ser que por un juego de palabras entre gallus (gallo) y Gallus (galo) que los romanos iniciaron para meterse con los franceses -por aquello de que es un animal que está todo el día por el suelo picoteando entre la mierda pero que camina como si fuera el rey del mundo-, el bicho se convirtió en símbolo de Francia, especialmente a partir del Renacimiento. Supongo que ellos mismos lo verían como una descripción acertada, o tal vez algún listo interpretó la comparación a su manera. El caso es que, tras la Revolución, el ave llegó a luchar con el águila como símbolo imperial. Y me dicen que un "cocorico" (versión francesa del canto del gallo) puede ser interpretado como un grito patriótico.

M es uno de los pocos franceses que he conocido en este mes largo que llevo aquí. La verdad es que hacer una semana de integración para Erasmus en la que sólo participan los extranjeros no tiene mucho sentido. Nos integramos entre nosotros, vale, pero no sirve para conocer a los nativos. Y claro, ellos en clase ya tienen su grupo de amigos y no se muestran muy interesados por los de fuera, que al fin y al cabo ya hemos encontrado alguno con quien charlar en los descansos.

M, que es de primer año y de provincias, es decir, tan nuevo en París como nosotros, vino a sentarse a nuestra mesa uno de los primeros días. Imagino que el hecho de que esté estudiando español le animó. Creo que a ninguno nos cae bien, por su aspecto de chulo poligonero (somos unos superficiales) y por sus maneras de pulpo en la fiesta, donde siempre se las apaña para quedar entre ti y la chica con la que estabas hablando, convirtiendo la conversación en un diálogo de dos; una vez que ha conseguido aislar a una cierva, siente una necesidad imperiosa de acercarse y sus manos tardan décimas de segundo en establecer contacto físico. La operación puede repetirse cada cinco minutos con ejemplares diferentes -o repitiendo- sin que el individuo manifieste el más mínimo sonrojo. Inexplicablemente, a pesar de las continuas muestras de desafecto -algunas más explícitas que otras- el tipo insiste en venir con nosotros.

La otra noche hicimos fiesta en la cocina, lugar habitual para estos encuentros, pues es la única sala común que tenemos. M apareció con su pose de gallo portando una botella de whisky y dos vasos de chupito (chupitazo king-size, según la opinión del que escribe), retando a los presentes a beber con él al estilo francés, o sea, trago y luego bombón. El primero en aceptar fue un español: se bebió su parte impasible el ademán y cuarto de hora después se comió el chocolate por gusto, mientras M enrojecía y lloraba a lágrima viva. Por si no fuera suficiente escarmiento, el francés fue a por más. Esta vez el guante lo recogió un italiano, que también se bebió su whisky sin exteriorizar grandes tensiones. M tuvo que salir de la habitación para evitar la humillación definitiva.

Yo, mientras, como soy más malo que la quina (?), me partía de risa. Estos gallos...

25 octubre 2009

Rituales

Hay cosas que no cambian por mucho que te alejes, son iguales en todas partes. Una de esas constantes es la relación de los profesores de idiomas con la tecnología: para la mayoría, reproducir una canción o una película son actos pertenecientes al mundo de la magia, incomprensibles rituales con los que invocar al dios del audiovisual. Y es que, ¿cuántos profesores han conseguido hacer la transición del casete al CD? ¿Alguien ha conocido a alguno que sepa usar el DVD? ¿Habéis visto alguna vez ese número de humor en el que intentan conectar el portátil al proyector y sacar el sonido a través del amplificador?

Esta situación, que ya debería ser sangrante para cualquier adulto que vive en los comienzos del siglo XXI, resulta especialmente dramática para unos profesionales que necesitan del audiovisual todas las semanas y que trabajan, desde hace años, en una escuela de ingeniería.

En París he conocido ya a más de media docena de profesores de lenguas. Uno de ellos sigue reproduciendo (y rebobinando a ojo) cintas, dos han sido incapaces de sacar la imagen de sus respectivos ordenadores, incluso llamando a un tercer colega; otra, es el ejemplo máximo de la tecnología como magia. Para ponernos una escena de una película tiene que: abrir el reproductor, meter el DVD, darle al play, esperar a que comience la escena. Si algo falla en el proceso, hay que volver al punto uno, reiniciar el ritual. Si quiere volver a pasar la escena una segunda vez, hay que volver al principio. No cabe rebobinar o volver al menú principal, por no hablar de aprovechar la capacidad de los DVD's para saltar de una escena a otra (¡brujería!).

En las nuevas carreras de Filolgía (o quizás en Magisterio), debería ser obligatoria una asignatura llamada "El audiovisual y la enseñanza de idiomas", con clases teóricas y prácticas, que cubriese los siguientes puntos:

  • Del mundo analógico al digital: del casete al CD, del VHS al DVD.
  • Práctica I: reproducir distintas pistas de un CD, el DVD y el mando a distancia.
  • El fabuloso mundo del mañana: ordenadores, archivos multimedia.
  • Práctica II: cómo abrir canciones y vídeos.
  • El fabuloso mundo del mañana II: Internet, ese gran desconocido.
  • Práctica III: e-mail, blog, wiki y otras formas de contactar fuera de clase.

12 octubre 2009

Lavando voy, llorando vengo

Hasta la fecha he hecho dos coladas. Las dos me han costado lo mismo: 1€ y un calcetín. La primera vez tuvo gracia, aquello del tópico sobre los calcetines que se pierden en la lavadora y sobre todo que era un par viejo, con sus tomates y una esperanza de vida realmente limitada. Pero esta segunda la víctima ha sido uno de esos calcetines gordos y calentitos para los días de invierno, me iba a venir bien en este norte inclemente.

¿Qué hago para la próxima? ¿Meto uno de los calcetines desparejados esperando que valga como sacrificio a los dioses del tambor? ¿Hay alguna esperanza de que encuentren a su media naranja desaparecida? ¿Qué utilidad tiene un calcetín solo?

03 octubre 2009

Entrando en la rutina

Pues esta semana hemos empezado las clases. Por ahora sólo las técnicas y a partir de la semana que viene idiomas (francés e inglés), y más adelante también clases de formación humana, cultura general y derecho, que aquí son obligatorias. Así que en realidad sólo he tenido dos asignaturas: Bases de Datos y Paradigmas de Programación. No os preocupéis, que además he cogido un proyecto que parece ser que tratará sobre la simulación de una red con IP Móvil bajo Linux. Ni pajolera idea del asunto, toca ponerse a estudiar. A eso hemos venido, ¿no?

Aquí las clases se organizan en tramos de hora y media con descansos de cuarto de hora. A mí, acostumbrado el sistema madrileño/americano de 50 y 10 minutos, se me hacen eternas. Por no mencionar que por ahora hemos visto básicamente introducciones teóricas a las asignaturas: mucho rollo y poca chica. Al menos con el idioma no encuentro problemas, puedo seguir a los profesores en prácticamente todo lo que dicen. Ya tomar apuntes a la vez resulta muy complicado, porque hay que pararse a pensar las palabras en francés y se pierde el hilo. Pero aquí nos dan a todos los apuntes antes de empezar la asignatura, así que tampoco es grave.

La vida extraacadémica sigue intensa, conociendo París de día y de noche, casi más esto último a base de diversas soirées con la excusa de un cumpleaños, el comienzo del curso o simplemente que al día siguiente no hay que madrugar.