Entre los cursos de "formación humana" impartidos en esta escuela hay unos cuantos relacionados con la gestión de las emociones y especialmente del estrés. Yo, en principio, como todas estas cosas, los veía con un poco de guasa. ¿De verdad son materias que se aprendan (que se enseñen) y además en diez horas? ¿Se puede aprender en un curso sobre las relaciones humanas, no en plan teórico, sino con orientación práctica?
Sin embargo, tras mi experiencia en la gestión de un proyecto, empiezo a ver el asunto con cierta simpatía. No porque yo carezca de habilidades sociales. Más bien porque me he dado cuenta de que hay gente que verdaderamente pierde los papeles en las situaciones difíciles.
Yo, con mi calma habitual, no me inquieto, pongamos por caso, por la inminente fecha de entrega de un proyecto. No quiero dar a entender que no me inmuto: sí que noto cierto vértigo en el estómago, cierta tensión a la hora de hacer las cosas con la pistola del tiempo apuntando al corazón. Pero es más una sensación que me espolea, la adrenalina que me lleva a rendir más. Y desde luego, no altera mi relación con los demás. En todo caso, utilizo el humor, como de costumbre, como vía para liberar tensión.
Por contra, hay gente, de naturaleza controladora, que se frustra; y que vuelca su frustración en rabia hacia los demás que puede llegar a manifestarse en cotas de violencia verbal bastante elevadas. También es una forma de liberar tensión, aunque ligeramente más contaminante. O eso pensaba. Lo que he experimentado es que estas dos posturas se retroalimentan positivamente. Es decir, al tenso, que cuando él está crispado haya alguien haciendo bromas le parece una falta de compromiso o de comprensión de la situación y se cabrea más; el otro, viendo un aumento de la tensión en el ambiente, cree adecuado rebajarlo con alguna chanza. Etcétera. Ad infinitum.
¿Cómo se sale de tan vicioso círculo? No sé, tal vez deberíamos apuntarnos a un cursillo de esos.