14 enero 2008

Ángel González, poeta (2)

Vamos hoy con algo más ligero, ahora que empiezo a asumirlo. Por ejemplo, un par de muestras de su maravilloso sentido del humor (que ya había aparecido en los dos anteriores, aunque algo más fino). El primero con una retranca planetaria, de ésas que a mí me pierde por su devastadora capacidad de crítica hiriente que se vuelve contra uno mismo.

CANCIÓN, GLOSA Y CUESTIONES

Ese lugar que tienes,
cielito lindo,
entre las piernas,
ese lugar tan íntimo
y querido,
es un lugar común.

Por lo citado y por lo concurrido.

Al fin, nada me importa:
me gusta en cualquier caso.

Pero hay algo que me intriga.

¿Cómo
solar tan diminuto
puede ser compartido
por una población tan numerosa?

¿Qué estatutos regulan el prodigio?

También con píldoras condesadas en un par de versos, una muestra de cómo pasar de la chanza a la lucidez dolorosa en una frase.

GLOSAS A HERÁCLITO

2
Los más dialécticos, los multimillonarios:
nunca se bañan dos veces en el mismo
traje de baño.

3
Nada es lo mismo, nada
permanece.
Menos
la Historia y la morcilla de mi tierra:

se hacen las dos con sangre, se repiten.

Sin olvidar, claro, el simple y gozoso juego con el idioma.

EMPLEO DE LA NOSTALGIA

Amo el campus
universitario,
sin cabras,
con muchachas
que pax
pacem
en latín,
que meriendan
pas pasa pan
con chocolate
en griego,
que saben lenguas vivas
y se dejan besar
en el crepúsculo
(también en las rodillas)
y usan
la coca-cola como anticonceptivo.

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