29 marzo 2007

Incongruente

La boca de metro de Ciudad Universitaria es lugar habitual para repartidores de periódicos gratuitos y propaganda de todo tipo. Tanto que él ya los ve desde lejos y se dice "¡cielos!, otro papelajo inútil" y añade una maldición para la empresa anunciante y reza por que le dejen en paz con su música. Se acerca haciéndose el despistado para salvarse de coger el papelito o rechazarlo negando con la cabeza mientras mantiene obstinadamente las manos en los bolsillos. Llegan los metros críticos. Mira al repartidor, desafiante; el repartidor le devuelve la mirada midiendo a su oponente. Es el momento cumbre, en el que su trayectoria pasa por el punto más cercano a los folletos, pero ninguna mano se extiende para ofrecerle la mercancía. ¡Ha triunfado! El hombre continua apesadumbrado, preguntándose porqué rayos le dan propaganda a todos menos a él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jejeje. Qué bueno. A mí pasa igual. Cuando me lo dan me fastidia y cuando no, me siento un paria.