No hay nada como dormir solo. Tener toda la habitación para uno mismo, poder dar vueltas por la cama libremente hasta encontrar la postura. Olvidarse de ruidos, de respiraciones pesadas, del otro que se levanta a mitad de noche al baño, de la alarma que suena media hora antes que la tuya. Nadie que te despierte porque roncas o porque se aburre y quiere hablar. Para descansar a gusto nada como dormir solo.
Y qué triste despertar.
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