Cuando revisitamos ciertas obras que marcaron un periodo de nuestra vida no siempre nos encontramos lo que recordábamos. En ocasiones hasta descubrimos que aquel disco, aquel libro, aquella película que elevamos a los altares son vergonzosamente malos. Sin embargo, en vez de admitir los fallos de nuestro criterio o aprovechar para regocijarnos por lo mucho que ha evolucionado, tiramos balones fuera, negamos que hayamos tenido nunca un error de apreciación. Hay una frase muy socorrida, que permite mantener la aparente contradicción de que la obra fuese buena entonces pero hoy ya no sin que tenga nada que ver con nosotros, siempre intachables:
ha envejecido muy mal
Eso. No yo.
Ténganlo en cuenta cuando alguien les vuelva a salir con ésas.
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