20 septiembre 2009

Aclimatándome

La vida se ve de otro color con bombillas que encienden. Más luminosa. También ayuda mirarla a través del fondo de la tercera pinta de cerveza de un bar de Bastilla.

Son unos días ajetreados: muchas cosas que hacer, muchos sitios que descubrir, muchas personas que conocer. Ayuda a no pensar que estoy a mil kilómetros de mi familia y amigos rodeado de gente que habla un idioma extraño. Disculpad si no escribo más (creo que es la idea que más se repite en este blog, perdonad de nuevo), pero de verdad que resulta una hazaña sentarse media hora al teclado en soledad sin que los demás piensen que soy un tipo huraño. Hay que darles un poco de tiempo para que descubran que es cierto.

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