El otro día, zapeando por la tele francesa fui a parar a una suerte de programa de testimonios en el que se preguntaban por qué seguimos escuchando a los músicos de los ochenta. Ejemplificaban la tragedia un par de señores cantando canciones dignas de un Dúo Dinámico francés ante un público asistente con cara de circunstancias.
Sin embargo, la pregunta verdaderamente inquietante es ¿por qué siguen vivos los músicos de los ochenta?
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