19 agosto 2010

Tradiciones

Un argumento habitual a favor del mantenimiento de rituales absurdos y formas de vida arcaicas es decir que forman parte de la tradición. Por alguna razón, parece que eso debiera suspender nuestro juicio. Si es tradicional, no puede ser malo. No sólo eso: debemos seguir haciéndolo así, esforzarnos por conservarlo. Tal vez sea por haber crecido en Madrid, una ciudad con un apego a las tradiciones similar al de Henry VIII por sus esposas, pero a mí las tradiciones me importan bastante poco. Sí, tenemos nuestras fiestas patronales, con sus vestimentas, bailes y comidas tradicionales, pero nadie en su sano juicio los defiende como un rasgo de madrileñidad, pues no son más que una excusa para hacer el tonto y divertirse. Cualquiera que viva en Madrid es acogido sin necesidad de demostrar nada y el madrileño por antonomasia es aquél que no tiene ascendientes en la villa y corte.

Al fin y al cabo, las tradiciones no son algo estático, se crean y se destruyen (o quizás, como la energía, sólo se transforman). Pretender que tenemos que seguir haciendo lo que nuestros padres y abuelos es además peligroso, contrario a toda idea de progreso, pues nos mantiene anclados al pasado, incapaces de superarnos. ¿Qué sentido tiene defender la agricultura "tradicional" cuando los avances técnicos del siglo XX nos permiten hacer la tarea mucho más liviana y productiva? ¿Quién quiere una impotente medicina "tradicional" cuando la ciencia moderna es capaz de erradicar males de los que la gente se moría ayer mismo? ¿Alguien sigue usando el correo "tradicional" como principal medio de comunicación a distancia?

Algo similar nos ocurre con la palabra "natural" (y su antítesis la química), a menudo sinónimo de bueno. Qué quieren que les diga, lo natural (y tradicional) es morirse de cualquier nimiedad, vivir en las cuevas y darnos de pedradas por la menor tontería. Conmigo que no cuenten. Yo quiero disfrutar de todas las artificiales creaciones artísticas humanas, ponerme novedosas vacunas para la polio, ir a la montaña con un sintético calzado de goretex, no quemarme cuando me pongo al sol gracias a potingues químicos, hablar con mis amigos por videoconferencia cuando estamos muy lejos a través de cancerígenas ondas y dominar los instintos naturales para intentar resolver los conflictos de forma civilizada.

Y que les den a las naturales tradiciones milenarias.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo siempre me he preguntado que si lo "artificial" es aquello creado por el hombre (R.A.E. dixit) , y lo "natural" es que el hombre cree, entonces ¿no es todo lo "artificial", en cierto sentido natural"? Jejeje...

En fin, que aplaudiría hasta dejarme la piel y quedarme en el hueso, y después seguiría un rato más. El condicional de la frase es lo único que me detiene.

Viva y bravo.

Fdo. Nihilia (cosas veredes: no me acuerdo de la jodida contraseña de blogger)

Timoteo dijo...

Tienes toda la razón: lo artifial es natural en el hombre. Pretender que son dos ideas contrapuestas es disparatado (además añadir un juicio moral, ya es la leche). Me gustaría pensar que más o menos es lo que se desprende del artículo, aunque haya asumido para ello el lenguaje del enemigo.

Lo más natural es abrazar lo artificial.

Anónimo dijo...

Bueno, yo últimamente necesito olvidarme un poo del internes, del Iphone, del Blog, del StatCounter, de macbook. Coger un libro y dejar de perder tiempo por las noches leyendo blogs prescindibles. No como este, por supuesto.

Segundo de Chomon (idem de idem)

Timoteo dijo...

Nada más natural que talar árboles, trasladarlos a miles de kilómetros para someterlos a un proceso químico que da lugar a finas láminas, impregnarlos con más químicos que toman la forma que alguien ha tecleado en una complejísima máquina y distribuirlos por todo el globo para qué tú puedas descifrar los símbolos en la intimidad de tu habitación.

Feliz lectura ;)