18 diciembre 2009

Gestión de la tensión

Entre los cursos de "formación humana" impartidos en esta escuela hay unos cuantos relacionados con la gestión de las emociones y especialmente del estrés. Yo, en principio, como todas estas cosas, los veía con un poco de guasa. ¿De verdad son materias que se aprendan (que se enseñen) y además en diez horas? ¿Se puede aprender en un curso sobre las relaciones humanas, no en plan teórico, sino con orientación práctica?

Sin embargo, tras mi experiencia en la gestión de un proyecto, empiezo a ver el asunto con cierta simpatía. No porque yo carezca de habilidades sociales. Más bien porque me he dado cuenta de que hay gente que verdaderamente pierde los papeles en las situaciones difíciles.

Yo, con mi calma habitual, no me inquieto, pongamos por caso, por la inminente fecha de entrega de un proyecto. No quiero dar a entender que no me inmuto: sí que noto cierto vértigo en el estómago, cierta tensión a la hora de hacer las cosas con la pistola del tiempo apuntando al corazón. Pero es más una sensación que me espolea, la adrenalina que me lleva a rendir más. Y desde luego, no altera mi relación con los demás. En todo caso, utilizo el humor, como de costumbre, como vía para liberar tensión.

Por contra, hay gente, de naturaleza controladora, que se frustra; y que vuelca su frustración en rabia hacia los demás que puede llegar a manifestarse en cotas de violencia verbal bastante elevadas. También es una forma de liberar tensión, aunque ligeramente más contaminante. O eso pensaba. Lo que he experimentado es que estas dos posturas se retroalimentan positivamente. Es decir, al tenso, que cuando él está crispado haya alguien haciendo bromas le parece una falta de compromiso o de comprensión de la situación y se cabrea más; el otro, viendo un aumento de la tensión en el ambiente, cree adecuado rebajarlo con alguna chanza. Etcétera. Ad infinitum.

¿Cómo se sale de tan vicioso círculo? No sé, tal vez deberíamos apuntarnos a un cursillo de esos.

12 diciembre 2009

Malditos 80

El otro día, zapeando por la tele francesa fui a parar a una suerte de programa de testimonios en el que se preguntaban por qué seguimos escuchando a los músicos de los ochenta. Ejemplificaban la tragedia un par de señores cantando canciones dignas de un Dúo Dinámico francés ante un público asistente con cara de circunstancias.

Sin embargo, la pregunta verdaderamente inquietante es ¿por qué siguen vivos los músicos de los ochenta?

10 diciembre 2009

Difama, que algo queda

Durante esta tarde podíamos ver la siguiente portada de El País, dedicada a la "polémica" sobre la "ley antidescargas":

Qué raro, ¿no? Asegura que "la mayoría de las sentencias judiciales consideran delictivas las 'webs' de enlaces". Yo creía que era exactamente al revés. Que de hecho no había sentencias condenatorias. Así que extrañado decido seguir el enlace. Y llegamos al artículo en cuestión, que, efectivamente, dice lo contrario:


Sigue una larga lista de casos relacionados que, aun analizados un poco de aquella manera, se ven obligados a admitir que no han llevado a ninguna condena. Pero claro, por si acaso, ponemos en portada que las webs de enlaces son ilegales, para que se le grabe bien a quien pase por allí. Y si cuela, cuela.

18 noviembre 2009

Delft

De vuelta en París tras una incursión de cinco días en Delft (Holanda) y alrededores para ver a los amigos. Ya sabéis, borracherías, mala alimentación y poco sueño. Después de esta segunda visita sigue siendo un país que no me convence. Todo plano, mucho viento y agua por todas partes y... ¿a quién se le ocurre montarse un país por debajo del nivel del mar? Por si fuera poco, tienen la mayor estatura media del mundo, con lo que, a pesar de no ser un enano, iba por allí con la sensación de ser un hobbit. Hasta los abuelos me miraban por encima del hombro.

Como recuerdo me llevo, en la memoria, el inodoro de diseño más raro que he visto en mi vida. De entrada, es tan alto que cuando uno se sienta apenas llega con los pies al suelo; las mujeres quedarán con las piernas colgando. Sin embargo, lo más curioso es que el agua (el charquito) está en un agujerillo delante, mientras los dos tercios traseros, o sea, sobre donde uno aposenta su ídem, es decir, donde se deposita la carga, están ocupados por una plataforma ¡cóncava! a medio palmo del nivel de la taza. La única razón que se me ocurre es que así se evitan incómodas salpicaduras. El problema, claro, es que cuando te levantas te encuentras allí con todo el pastel incómodamente cerca. Y que de alguna manera hay que desalojarlo hasta el pozo. ¿Confiamos en que el problema esté resuelto por el ingeniero responsable y tiramos de la cadena? Vemos cómo un potente chorro sale de la parte trasera, lo que podría empujar el asunto hasta el abismo... pero, al mismo tiempo, un chorro de idéntica potencia sale también desde la parte delantera, creando donde se encuentran, es decir, sobre la concavidad, o sea, donde hemos descomido (¿!), un remolino que únicamente consigue poner a rotar la masa. Poco a poco la fuerza trasera va ganando y el tema va avanzando hasta el borde del precipicio. Momento en que el agua deja de manar, quedando sólo en juego la inercia, la gravedad y el rozamiento. O sea, que lo más probable es que la mayor parte vuelva a la posición original. Es decir, que cuanto menor sea la consistencia del mojón (¡también! *), mayor porción del regalo conservamos. Esto es, que al final hace falta un empujoncito manual. Una delicia.

Muestra de que ya me estoy haciendo viejo: no me he molestado en traerme maría, pero sí he vuelto con un recuerdo más tangible: un cargamento de lembas que sería la envidia de Frodo.

Ahora puedo afrontar el Mordor de los exámenes con el corazón más alegre.

*Estos académicos, de otra cosa no, pero de escatología saben un rato.

05 noviembre 2009

Por lo que me inclino ciertos días

En ente vlog, políticamente hablando, nos adscribimos a una izquierda de “tercera vía” que, además de vomitar sobre todos los apóstoles del liberalismo económico, también lo hace sobre los progres bienpensantes. Así, creemos que lo de la diversidad cultural es un engaño (el 90% de las “culturas” del mundo podrían desaparecer ya mismo y el planeta sería un lugar mejor), que la pobreza es una lacra que hay que erradicar siendo paternalistas con los pobres – gente con tendencia desaforada a la superstición, el meapilismo y el machismo - y, por supuesto, que TODAS las religiones – y demás muestras de pensamiento mágico – son, sin excepción, una puta mierda que eliminar a sangre y fuego. Por supuesto, apoyamos que se reconvierta la catedral de Santiago a una FNAC y que se use el sepulcro del apóstol como stand de exhibición para las novedades de PS3.

Poco queda que añadir. Las "culturas" (y sobre todo las tradiciones) carecen de valor alguno, la religión hay que combatirla abiertamente, el mundo hay que mejorarlo con una mano férrea que sepa lo que hay que hacer. Concretamente la mía.

30 octubre 2009

Repasando

Léobille, reconnaisant, leur prêta, pour l'occasion, sa propre chambre et le fer à repasser électrique en cloisonné chinois, qu'il tenait de sa mère, laquelle le tenait de sa grand-mère, et que, dans sa famille, on se repassait de génération en génération depuis la première Croisade.

Así termina el cuento Surprise-partie chez Léobille, del ingeniero, músico y escritor Boris Vian.

Tal vez sólo sea que me alegra entender un juego de palabras en francés. (La cosa está en que el "fer à repasser" prestado , es decir, una plancha, se pasaba de generación, se re-pasaba, o sea, se "repassait".)

29 octubre 2009

El gallo

Parece ser que por un juego de palabras entre gallus (gallo) y Gallus (galo) que los romanos iniciaron para meterse con los franceses -por aquello de que es un animal que está todo el día por el suelo picoteando entre la mierda pero que camina como si fuera el rey del mundo-, el bicho se convirtió en símbolo de Francia, especialmente a partir del Renacimiento. Supongo que ellos mismos lo verían como una descripción acertada, o tal vez algún listo interpretó la comparación a su manera. El caso es que, tras la Revolución, el ave llegó a luchar con el águila como símbolo imperial. Y me dicen que un "cocorico" (versión francesa del canto del gallo) puede ser interpretado como un grito patriótico.

M es uno de los pocos franceses que he conocido en este mes largo que llevo aquí. La verdad es que hacer una semana de integración para Erasmus en la que sólo participan los extranjeros no tiene mucho sentido. Nos integramos entre nosotros, vale, pero no sirve para conocer a los nativos. Y claro, ellos en clase ya tienen su grupo de amigos y no se muestran muy interesados por los de fuera, que al fin y al cabo ya hemos encontrado alguno con quien charlar en los descansos.

M, que es de primer año y de provincias, es decir, tan nuevo en París como nosotros, vino a sentarse a nuestra mesa uno de los primeros días. Imagino que el hecho de que esté estudiando español le animó. Creo que a ninguno nos cae bien, por su aspecto de chulo poligonero (somos unos superficiales) y por sus maneras de pulpo en la fiesta, donde siempre se las apaña para quedar entre ti y la chica con la que estabas hablando, convirtiendo la conversación en un diálogo de dos; una vez que ha conseguido aislar a una cierva, siente una necesidad imperiosa de acercarse y sus manos tardan décimas de segundo en establecer contacto físico. La operación puede repetirse cada cinco minutos con ejemplares diferentes -o repitiendo- sin que el individuo manifieste el más mínimo sonrojo. Inexplicablemente, a pesar de las continuas muestras de desafecto -algunas más explícitas que otras- el tipo insiste en venir con nosotros.

La otra noche hicimos fiesta en la cocina, lugar habitual para estos encuentros, pues es la única sala común que tenemos. M apareció con su pose de gallo portando una botella de whisky y dos vasos de chupito (chupitazo king-size, según la opinión del que escribe), retando a los presentes a beber con él al estilo francés, o sea, trago y luego bombón. El primero en aceptar fue un español: se bebió su parte impasible el ademán y cuarto de hora después se comió el chocolate por gusto, mientras M enrojecía y lloraba a lágrima viva. Por si no fuera suficiente escarmiento, el francés fue a por más. Esta vez el guante lo recogió un italiano, que también se bebió su whisky sin exteriorizar grandes tensiones. M tuvo que salir de la habitación para evitar la humillación definitiva.

Yo, mientras, como soy más malo que la quina (?), me partía de risa. Estos gallos...

25 octubre 2009

Rituales

Hay cosas que no cambian por mucho que te alejes, son iguales en todas partes. Una de esas constantes es la relación de los profesores de idiomas con la tecnología: para la mayoría, reproducir una canción o una película son actos pertenecientes al mundo de la magia, incomprensibles rituales con los que invocar al dios del audiovisual. Y es que, ¿cuántos profesores han conseguido hacer la transición del casete al CD? ¿Alguien ha conocido a alguno que sepa usar el DVD? ¿Habéis visto alguna vez ese número de humor en el que intentan conectar el portátil al proyector y sacar el sonido a través del amplificador?

Esta situación, que ya debería ser sangrante para cualquier adulto que vive en los comienzos del siglo XXI, resulta especialmente dramática para unos profesionales que necesitan del audiovisual todas las semanas y que trabajan, desde hace años, en una escuela de ingeniería.

En París he conocido ya a más de media docena de profesores de lenguas. Uno de ellos sigue reproduciendo (y rebobinando a ojo) cintas, dos han sido incapaces de sacar la imagen de sus respectivos ordenadores, incluso llamando a un tercer colega; otra, es el ejemplo máximo de la tecnología como magia. Para ponernos una escena de una película tiene que: abrir el reproductor, meter el DVD, darle al play, esperar a que comience la escena. Si algo falla en el proceso, hay que volver al punto uno, reiniciar el ritual. Si quiere volver a pasar la escena una segunda vez, hay que volver al principio. No cabe rebobinar o volver al menú principal, por no hablar de aprovechar la capacidad de los DVD's para saltar de una escena a otra (¡brujería!).

En las nuevas carreras de Filolgía (o quizás en Magisterio), debería ser obligatoria una asignatura llamada "El audiovisual y la enseñanza de idiomas", con clases teóricas y prácticas, que cubriese los siguientes puntos:

  • Del mundo analógico al digital: del casete al CD, del VHS al DVD.
  • Práctica I: reproducir distintas pistas de un CD, el DVD y el mando a distancia.
  • El fabuloso mundo del mañana: ordenadores, archivos multimedia.
  • Práctica II: cómo abrir canciones y vídeos.
  • El fabuloso mundo del mañana II: Internet, ese gran desconocido.
  • Práctica III: e-mail, blog, wiki y otras formas de contactar fuera de clase.

12 octubre 2009

Lavando voy, llorando vengo

Hasta la fecha he hecho dos coladas. Las dos me han costado lo mismo: 1€ y un calcetín. La primera vez tuvo gracia, aquello del tópico sobre los calcetines que se pierden en la lavadora y sobre todo que era un par viejo, con sus tomates y una esperanza de vida realmente limitada. Pero esta segunda la víctima ha sido uno de esos calcetines gordos y calentitos para los días de invierno, me iba a venir bien en este norte inclemente.

¿Qué hago para la próxima? ¿Meto uno de los calcetines desparejados esperando que valga como sacrificio a los dioses del tambor? ¿Hay alguna esperanza de que encuentren a su media naranja desaparecida? ¿Qué utilidad tiene un calcetín solo?

03 octubre 2009

Entrando en la rutina

Pues esta semana hemos empezado las clases. Por ahora sólo las técnicas y a partir de la semana que viene idiomas (francés e inglés), y más adelante también clases de formación humana, cultura general y derecho, que aquí son obligatorias. Así que en realidad sólo he tenido dos asignaturas: Bases de Datos y Paradigmas de Programación. No os preocupéis, que además he cogido un proyecto que parece ser que tratará sobre la simulación de una red con IP Móvil bajo Linux. Ni pajolera idea del asunto, toca ponerse a estudiar. A eso hemos venido, ¿no?

Aquí las clases se organizan en tramos de hora y media con descansos de cuarto de hora. A mí, acostumbrado el sistema madrileño/americano de 50 y 10 minutos, se me hacen eternas. Por no mencionar que por ahora hemos visto básicamente introducciones teóricas a las asignaturas: mucho rollo y poca chica. Al menos con el idioma no encuentro problemas, puedo seguir a los profesores en prácticamente todo lo que dicen. Ya tomar apuntes a la vez resulta muy complicado, porque hay que pararse a pensar las palabras en francés y se pierde el hilo. Pero aquí nos dan a todos los apuntes antes de empezar la asignatura, así que tampoco es grave.

La vida extraacadémica sigue intensa, conociendo París de día y de noche, casi más esto último a base de diversas soirées con la excusa de un cumpleaños, el comienzo del curso o simplemente que al día siguiente no hay que madrugar.

27 septiembre 2009

Riding the surf

Aunque seguimos teniendo un tiempo increíblemente bueno, lo que en España sería el veranillo de San Miguel, he empezado a tener síntomas de resfriado (me tienen rodeado), así que me he metido una dosis de Frenadol y ahora mismo estoy flotando. Sólo lo advierto, estoy escribiendo colocado, no juzguéis con severidad.

A veces hay que dejarse arrastrar y aprovechar la corriente, aunque te lleve a un sitio que no tenías planeado. Por eso ahora me limito a ser llevado de parque en parque y de calle en calle por los días soleados; y cuando oscurece de antro en antro de la mano de una cerveza y una sonrisa amiga. Intentando ajustar la realidad a la imagen mitológica de París, la que tan bien contaba Manuel Vicent, la que te hace creer que

la libertad y la vida sólo estaban en los libros y que no había nada en el mundo como ser joven en París

Dejadme que peregrine en busca de esos rastros literarios y musicales mientras construyo mi propio mapa de lugares míticos de París. Así tal vez un día podamos compartirlos.

20 septiembre 2009

Aclimatándome

La vida se ve de otro color con bombillas que encienden. Más luminosa. También ayuda mirarla a través del fondo de la tercera pinta de cerveza de un bar de Bastilla.

Son unos días ajetreados: muchas cosas que hacer, muchos sitios que descubrir, muchas personas que conocer. Ayuda a no pensar que estoy a mil kilómetros de mi familia y amigos rodeado de gente que habla un idioma extraño. Disculpad si no escribo más (creo que es la idea que más se repite en este blog, perdonad de nuevo), pero de verdad que resulta una hazaña sentarse media hora al teclado en soledad sin que los demás piensen que soy un tipo huraño. Hay que darles un poco de tiempo para que descubran que es cierto.

15 septiembre 2009

Vuelta a empezar

Este sitio siempre ha tenido más vocación de cuaderno de bitácora que de diario de a bordo, pero tal vez vaya a cambiar. El caso es que estoy en una habitación de París con encanto y cierto valor histórico, o sea, tirando a cutre y avejentada, con un unos muebles que diría directamente traídos de los años setenta si las marcas del tiempo no fueran tan visibles; la mitad de las bombillas no encienden y la toma ethernet escupe el cable, con lo que hay que estar apretándolo para tener conexión. Por no mencionar que dicho enchufe, en vez de junto a la mesa, está al otro lado del cuarto, junto a la nevera, con lo que mientras me hago con un cable largo o navego tirado en el suelo o sobre la nevera, lo que imagino que será una buena solución de refrigeración, pero no es precisamente ergonómico.

No todo son malas noticias: tengo 23 años y vivo en París. Pues habrá que salir y vivir. En realidad tampoco se aleja tanto del plan inicial. Por cerrar el círculo citando a Nacho Vegas, quizá:

Y así comienzo a novelar
la historia de lo que será
cuando las cosas vayan a peor.

O no.

13 julio 2009

El lenguaje y el mundo

Una de las cuestiones filosóficas planteadas en 1984 de George Orwell que más me llamó la atención cuando lo leí fue la relación entre lenguaje y pensamiento, cómo nuestro lenguaje determina la forma en que conocemos el mundo. Algo que no podemos nombrar no existe y, del mismo modo, podemos llegar a actuar como si algo existiera a base de repetir su nombre, sea Gran Hermano o $Deity.

A menudo he reflexionado sobre ello al encontrarme con un(a) joven que expresa todo con cuatro palabras: "es que eso es...[pausa para pensar] ¡buah!", "pensé... ¡puf!", o incluso "ese libro... ¡buf, mola mazo!" (uno esperaría que al menos alguien a quien le gusta leer libros con algo de vocabulario se vaya quedando). O que no diferencia el salmón de la merluza, todo es pescado del mismo modo que la fruta o la verdura son categorías con miembros prácticamente indistinguibles. ¿Qué conocimiento de sí mismo puede tener alguien incapaz de nombrar sus emociones? ¿Qué conocimiento del mundo puede tener alguien que no puede ni nombrar siquiera lo que se lleva a la boca? ¿Cómo va a desarrollar ideas complejas con semejante base? ¿Nos estamos yendo realmente al carajo?

En una situación parecida me he encontrado yo con el aprendizaje de idiomas. Con el inglés ya me defiendo como para seguir un pensamiento un poco elaborado como el de una novela de Hornby o Pratchett, y con un poco de paciencia puedo incluso explicar las cosas que se me pasan por la cabeza, no todas tan simples. Sin embargo, con el francés todavía me agobio cuando me encuentro inútil para expresar hasta los razonamientos más simples. Desde que descubrí el subjuntivo la cosa ha mejorado sensiblemente, pero todavía la falta de conectores y, sobre todo, de vocabulario hacen estragos.

Y mira que a base de estudiar y estudiar francés durante días he llegado casi a pensar en esa lengua. Pero, claro, todo ideas inmediatas, de la vida cotidiana, como "debería comer" o "cuando acabe esto voy a llamar a Segundo para tomarnos unas cervezas". Vamos, que sobrevivir puedo sobrevivir en Francia, aunque no sé si podré hacer algo tan esencial como comentar una película con un amigo. O saber cómo pedir merluza en lugar de salmón.

¿No lo había mencionado? En septiembre me voy, lo menos, año y medio a París. Quelle joie et quel... ¡uy!

20 mayo 2009

Malditos abortistas

-Buenos días. Siéntese, por favor. Usted dirá.

-Verá, doctor, es que hace unos cuantos días que me levanto mareada, incluso vomito con frecuencia.

-¿Retraso en la menstruación?

-Pues sí, un par de semanas ya.

-¿Sensibilidad mamaria?

-¿Mama...? Sí, la verdad es que sí.

-Déjeme que le tome el pulso... Falta hacer una prueba de confirmación, pero siento decirle que todo parece indicar que usted sufre lo que se llama un "embarazo".

-¿Embarazada? ¿De un niño?

-¿Se ha estado acostando con menores?

-Quiero decir ¿en plan tener un hijo?

-O una hija. Hoy en día se ve cada caso...

-Pero si siempre lo hacemos con protección.

-¿Siempre, siempre?

-Hombre, en la parte importante sí.

-Bueno, no se preocupe, un desliz lo tiene cualquiera. Y esto ahora se cura en la mayor parte de los casos.

-¿Se cura?

-Sí, claro, la medicina ha avanzado mucho.

-La verdad es que me gustaría hablarlo con mi chico. No habíamos pensado en tener hijos, pero ahora que se presenta...

-Quite, quite, que los niños son una complicación. Se lo digo yo, que de pequeño tuve una tortuga: no vea lo que costaba sacarla a pasear y que hiciera sus cosas. Al final se murió. Además, ¿qué ha sido del "nosotras parimos, nosotras decidimos"? ¿Va a volver al yugo del hombre? ¡Machista!

-Oiga, será decisión nuestra, no suya.

-Mire que esto lo mejor es cortarlo cuanto antes. Si no es como un tumor que va creciendo y creciendo, aprovechando los recursos del huésped... como un parásito, sí. Como se descuide, tendrá que aguantar los nueve meses. Por no hablar de lo que se apalancan luego en casa. Lo del embarazo le parecería una nadería frente a un parado de treinta años que no se despega del sofá así llamen a la puerta. Se lo digo yo, que no me fui de casa hasta los cuarenta, y eso que trabajaba de médico desde los 27.

-Ya, esto...

-Y los riesgos que tiene. ¿Sabe todo lo que puede salir mal durante un embarazo? Y todo para que luego lo mismo el niño le salga tonto. O desagradecido. O lo que va usted a sufrir: dolores de espalda, antojos, dejar el alcohol y el tabaco...

-Pero si yo no fumo.

-Ya, usted es de ésas. "No fumo y quiero traer hijos al mundo"... Si no está segura de querer tener un hijo, espere. Y si acaba por decidirse, cómprese uno ya hecho. En China y en África tengo entendido que les sobran, están que los regalan. Algunos hasta dan dos por uno. Y es mucho más cómodo hecho, que ya tenga unos cuantos meses. Si sabe limpiarse el culo solo, miel sobre hojuelas. Que si no luego eso es como un mueble de Ikea, que a la vecina se lo monta su marido que es muy manitas, pero ¿por qué tiene que darse por supuesto que yo también lo soy, eh? Si no sé ni por dónde se agarra un martillo. En fin, que le voy a ir reservando hora para la intervención. Aquí tiene unos folletos sobre las bondades del aborto.

-Eh... creo que mejor voy a irme yendo.

-Ja, eso es lo que usted cree. Ja, ja, ja. Espere, creo que puedo mejorar esa risa malvada: mwajaja...argg...cof, cof. Tengo que seguir practicando.

-¿Qué me ha hecho? ¿Por qué no puedo ponerme en pie?

-¡Mwahahaha! ¿Ve qué bien esta vez? La he drogado cuando fingía tomarle el pulso. No crea que se va a ir de mi consulta con una posible futura persona dentro.

-Pero ¡será...!

-Enfermera, por favor, vaya preparando el material. Vamos a salvar a otra incauta que creía querer quedarse embarazada.

01 mayo 2009

Los viejos de hoy en día

Los viejos de hoy en día no son como los de mis tiempos. Cuando yo era viejo, vestíamos ropa normal, como el resto de las personas, nada de esos jerséis con botones, siempre con camisa, ni esas alpargatas que me llevan ahora. Por no hablar de los peinados, esos cardados imposibles que se hacen las señoras, con más volumen que el de Europe, por favor, que ya no estamos o en los ochenta; o la barba que se dejan algunos: que te tiemble el pulso no es razón para dejar de afeitarse, caballero. Es que lo hacen para llamar la atención, mírame, soy viejo y me estoy muriendo, ya he vivido todo lo que tenía que vivir y me reivindico con un aspecto estrafalario. Por favor.

¿Y qué me decís de sus modales? Esas ancianas que se plantan con sus bolsas de la compra justo en medio de la puerta del metro e intentan entrar a pesar de que hay veinte personas intentando salir por el mismo espacio, y que como se lleven el más mínimo achuchón empiezan a vociferar como si les hubieras roto la cadera. O que cuando vas a salir se te cuelan por debajo del sobaco, metiendo el codo si hace falta, como si tuvieran muchísima prisa (¡pero si no tienen nada que hacer en todo el día!) para luego andar tan despacio que hay que medir su velocidad en metros/hora. Y en el cine, que se ponen a hablar como si estuvieran en su casa, contándose a gritos el argumento, y toman caramelos envueltos en el papel más crujiente del universo.

Es que estos viejos de hoy en día no sé en que piensan, siempre para arriba y para abajo con sus viajes del IMSERSO, que dicen que son culturales y para que se entretengan, pero todos sabemos que son un picadero. Y siempre trapicheando fármacos, que si una Biodramina para el mareo, que si un Nembutal para dormir mejor: aquello es peor que un after. Sí, los ancianos de nuestros tiempos no piensan más que en follar y drogarse. Todo legal, claro, lo que parece que les da una superioridad moral para criticar a los demás si quieren hacer lo mismo. ¿Dónde ha quedado la decencia?

La verdad, con estos ancianos de hoy no sé a dónde vamos a ir a parar.

29 abril 2009

La realidad imita al arte

Hace unas semanas, a un pobre ruso le sacaron una rama de abeto de su pulmón, tal y como recogía 20minutos junto a una apetitosa foto. ¿A alguien más le recuerda a aquella maravillosa novela del gran Boris Vian titulada La espuma de los días? Ya saben, aquella absurda historia en la que a la bella Chloé le crecía un nenúfar en el pulmón que se combatía llevándole flores a su cuarto. Ésa en la que la casa iba encongiendo y envejeciendo a medida que crecía la malvada planta. Sí, hombre, la del culto desaforado a un tal Jean-Sol Partre que tenía a bien mostrar su vómito en las conferencias. Y esa Iglesia ávida en la que hasta el cristo reclamaba más dinero a los responsables de las ceremonias. Esa novela, en fin, que comenzaba liviana y superficial y, sin cambiar de tono, te acababa helando el corazón.

25 abril 2009

Revolución

Por alguna razón, la gente tiende a pensar que las injusticias, como la sabiduría, es algo que está lejos: en África, en América; como mínimo en el pueblo de al lado o en otro barrio de la ciudad. Por tanto, para combatir la injusticia hay que irse a educar a los pobres indios de Iberoamérica, a llevar comida a los negritos en el corazón de África, a poner paneles solares para que los nepalíes se duchen con agua caliente.

Parece que la cosa está siempre en la disyuntiva o no hacer nada o enrolarse en una ONG. O eres un maldito egoísta o socorres a los más necesitados. No voy a despreciar las loables acciones de la gente que gasta su tiempo y dinero en ayudar a los demás. Sin embargo, ésa no es la única forma de cambiar el mundo. De hecho, no estoy seguro de que sea una forma de cambiar el mundo, sino sólo (nada menos) pequeños parches en una sociedad enferma a muchos niveles. Para mejorar realmente hay que hacer una revolución desde abajo. Hay que combatir las injusticias desde el día a día. Hay que ser radicalmente bueno.

La verdad, no sé si el hombre es bueno o malo por naturaleza. Lo que sí sé es que los hombres malos han tomado las riendas de nuestra sociedad y nos han convencido de que para ascender hay que ser un hijoputa. Rebélate contra esa idea. Sé bueno con los que te rodean, derrocha comprensión y justicia hacia los que tienes bajo tu poder, no dejes que el cabrón de tu jefe se salga con la suya. Triunfa sin hacer concesiones al lado oscuro. Y si alguien te echa en cara no ayudar al mundo, confiésale que eres un infiltrado, que perteneces a un grupo secreto que está instaurando el bien desde dentro.

Todo empieza en algún punto

Everything starts somewhere, although many physicists disagree.

Terry Pratchett en Hogfather.

Si algo está empezando, tal vez empiece aquí.

12 marzo 2009

El router de los huevos

Les aseguro que no es dejadez, ni que me haya olvidado de mis buenos propósitos de enmienda: si no escribo es porque los medios técnicos están poniéndose realmente en contra.

Para empezar, hace un par de semanas el router de Telefónica volvió a cascar, con síntomas y consecuencias similares a las de hace un año. Como en mi casa tenemos los huevos así de grandes, se produjo una lucha -silenciosa- para ver quién llamaba en esta ocasión al Servico de Atención de la Madre que los Parió. El pulso duró una semana, durante la que pasivamente me negué a ser otra vez yo quien tuviera que ocuparse de la línea de ADSL. Entiendo que por estudiar cosas del ramo yo me encargue de configurar la red inalámbrica, pero tener que ser siempre yo quien llame al servicio técnico me parece de traca. En este caso, el aparato se negó a encenderse un jueves por la mañana; yo pasé por casa hacia las siete de la tarde -después de estar todo el día trabajando- y me lo contaron como si fuera a tener una receta mágica, les dije que llamaran a ver si les convencían para que un técnico trajera uno nuevo y un rato después me fui a tomar unas merecidas cañas con los compañeros del curro. A la mañana siguiente, me levanté y (algo resacoso) me fui a trabajar. Cuando volví, hacia las cuatro de la tarde, unas treinta horas después de la avería, todavía ninguno había sido capaz de tomar las riendas del asunto. Comí, dormí una generosa siesta y de nuevo salí, esta vez a un concierto de Krahe. El sábado transcurrió de forma similar: me levanté tarde, vagueé y por la noche fui al cumpleaños de unos amigos (sí, fue un fin de semana bastante intenso). Para cuando volví a amanecer el domingo, nadie había movido un dedo aún.

Y no es que los demás tampoco hubieran parado por casa o que no tengan necesidad de acceder a Internet: mi madre ha superado sus fobias tecnológicas e intercambia emilios con amigos y colegas habitualmente, mi hermana sin Messenger y sin poder bajarse series se aburre como una ostra en su habitación, mi hermano busca constantemente información y recursos para sus proyectos. Si acaso alguien no lo necesita es mi padre, aunque es por tener acceso desde el trabajo (como yo, por otra parte). Además, sin router no hay Wi-Fi, con lo que imprimir se convierte en una odisea en la que hay que 1)copiar el archivo a imprimir en un pendrive, 2)enchufar el pendrive en el PC al que está conectada la impresora, y 3)abrir el archivo y darle a imprimir. Brujería sólo al alcance de los más avanzados chamanes de la informática.

Así llegó el lunes. En la cena mi padre dió un ultimátum: o llamábamos o llamaba él, pero para dar de baja la línea. La amenaza tuvo cierto efecto y al día siguiente mi hermana estuvo dando la tabarra a mi madre para que ella llamara. Sí, al final lo consiguió. La solución que le dieron, por supuesto, fue la misma que la última vez: enviar el router a Jaén a por aceite. Sugerí que intentaran hacerse los inocentes, decir que el router sí encendía y que mandasen a un técnico a ver si se apiadaba y nos cambiaba el cacharro, pero no me hicieron mucho caso, de modo que, puesto que yo no pensaba tomar cartas en el asunto, ya sólo quedaba meter el aparato en una caja y desearle buene viaje. Por supuesto, mi hermana y mi madre consideraban que ya habían hecho suficiente -seguramente, que más de lo que les correspondía- así que tan complicada tarea iba a tener que hacerla otro. Mi padre y yo estábamos en huelga de brazos caídos, por lo que todo apuntaba hacia mi hermano.

Los días siguieron pasando. El jueves, una semana después de que la historia comenzara, decidí ceder un poco y coloqué el router en una caja acolchada sobre la cómoda de la entrada, a ver si alguien se daba por aludido. Mi padre, probablemente conmovido por el gesto, contribuyó imprimiendo una hoja con los datos de cliente que hay que enviar junto al aparato. Una semana después, ahí siguen el router, la caja y la hoja.

El sábado, eso sí, mi hermano decidió que iba a comprar un router nuevo, por lo que me arrastró al MediaMarkt más cercano para asesorar en la compra. Aunque con un presupuesto tan limitado que sólo nos alcanzó para un Belkin que ha resultado tan cutre como parecía, por lo que estamos sopesando devolverlo -nunca jamás descambiarlo-y llegar hasta un Linksys (división de Cisco, el mayor proveedor de equipos de red del mundo), que seguramente funcione mejor, amén de tener un diseño mucho más atómico.

Si tengo tiempo, mañana les sigo contando mis cuitas. Ahora, me voy a ver a Patricia Conde en ese triste remedo de SNL.

24 febrero 2009

Anuncios en Spotify

Tras unos días alejado de mi ordenador y mis altavoces -por causas ajenas a mi voluntad, por supuesto- y mi Spotify, hoy por fin he podido volver a las malas costumbres, lo que me ha permitido escuchar mi primer anuncio "comercial" -es decir, no de los que intentan venderte la absurda versión premium- en Spotify. Claro que tratándose de esta maravilla de programa, el estreno no podía ser de cualquier manera: estaba escuchando una lista que me he hecho con (algunas de) las mejores canciones de Calamaro cuando me ha saltado un anuncio de Cruz Roja pidiendo ayuda para Gaza y, acto seguido, ha sonado Un poco de diente por diente, una canción que incluye versos como: 

Qué placer imaginar venganza contra paramilitar,
urgente justicia divina,
porque viven en la casa de la esquina
no la podría incendiar y quedarme escuchando gritar
a toda la familia y oír el ruido de rotas derrotas.
Odio independiente, ojo por ojo, diente por diente,
entre tanta canción de amor quiero una de justicia y rencor
(...)
vale la pena pensar que somos diferentes clases de animales
y exterminar con seriedad, con frialdad y devolverte la dignidad. 

¿No es una deliciosa coincidencia?

23 febrero 2009

Electric boogaloo

Que no estaba muerto, que estaba de parranda. Bueno, en realidad he estado trabajando y estudiando, una combinación realmente agotadora. ¿Tanto como para no escribir una línea en tres meses? Pues seguramente no, pero ya saben cómo son las cosas: lo dejo esta semana que estoy muy liado, la siguiente resulta no estar más despejada y para cuando te quieres dar cuenta has  cambiado de año y de costumbres. Y la verdad es que es una costumbre que me parece muy sana y que no quiero perder.

Que no escriba seguramente es señal de que las cosas no andan del todo bien, o al menos no exactamente en la senda que me gustaría, así que hago propósito de enmienda e intentaré hacer acto de presencia con mayor regularidad.

Queda pues inaugurada esta nueva etapa: Ustedes me condunden con otra persona 2: Electric Boogaloo. Aunque no cuente con Paul Rodgers, esperemos que sea algo mejor que la anterior.