25 octubre 2006

Tests inútiles

Perdiendo el tiempo por la página de Rinzewind, aparte de apasionantes debates como Cola Cao vs. Nesquik (que viva el Cola Cao, por cierto), me di de bruces con otro test estúpido para hacer por internet: mide tu grado de autismo. Así que, siendo como soy una persona con un nivel de autismo considerable, no pude evitar lanzarme a hacerlo. Los resultados fueron decepcionantes: soy prácticamente una persona normal. Evidentemente, debe haber algún error.

11 octubre 2006

Tiembla, Juanjo

No pensaba publicar nunca esto ya que no es más que una chorrada hecha en época de exámenes para distraerme un poco pero, viendo cómo está el patio, en el que a cualquiera le pagan por dibujar monigotes sin gracia en viñetas sin inteligencia, tampoco tengo un futuro muy negro a pesar de mis evidentes carencias pictóricas.

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06 octubre 2006

El ritmo del juego

Una tarde de finales de verano. Acabo de salir de un examen de la asignatura x de una Ingeniería en Pito del Sereno. El ejercicio era tan aburrido que hasta el profesor daba descomunales bostezos con cadencia rítmica: un infierno de geometrías retorcidas, integrales triples, laplacianos y demás ralea en la que nada se simplificaba. Había intentado estudiar, pero los apuntes eran tan plomizos que me entró la típica irrefrenable vena literaria de los días de estudio: tenía cientos de cosas de escribir y cada vez que levantaba la vista de la mesa encontraba un montón de libros interesantes que leer. A trancas y barrancas conseguí avanzar por el temario hasta el día del examen. No iba con una excelente preparación, aunque sí con unos conocimientos suficientes para aprobar sin problemas. O eso creía.

Aquellas cuatro hojas eran una tortura. Tres horas escalando el K2, asegurando punto a punto, notando cada vez más la falta de oxígeno. ¿Desde cuándo era ése el centro de mi vida? ¿En qué momento la lectura, la música, la conversación han pasado a ser algo secundario? ¿Para qué coño quería ser ingeniero? Al menos cinco años de dura carrera para llegar a un duro mercado laboral con sueldos a la baja. ¿Y para qué? ¿Para qué?

Salgo de la Escuela hundido, con la sensación de estar atrapado en una vida absurda. Sin ambargo, parece que nadie se ha dado cuenta aquí fuera. Es más, diría que al responsable se la ha ido la mano con la paleta de colores: el cielo azul intenso, completamente despejado; árboles frondosos de un verde brillante; hasta el ladrillo de los edificios parece más naranja que de costumbre. El sol roza cálidamente mi piel. Sí, aquí fuera es verano. Me enchufo los cascos intentando encontrar la respuesta a mis dudas en una canción, pero hoy ni eso es consuelo.

De un parquecillo lateral surge una chica que camina unos metros por delante de mí. Lleva blusa azul y una ligera falda blanca larga. Camina, y con cada paso de su cimbreante cadera la falda se sacude, oscilando suave y firmemente. Un, dos, un, dos. Su falda marca el ritmo de la música, del murmullo de los árboles. Todo el mundo, durante unos segundos mágicos, late en armonía al ritmo de sus caderas. No hay más preguntas.

03 octubre 2006

Tanto rollo con el infierno

Lo juro por Maxwell. De verdad que había vuelto con ganas de darle un poco de vida al blog, pero el asunto se ha puesto realmente complicado. Sé que no es excusa, porque con un poco de organización debería darme tiempo a cumplir con mis obligaciones y tener algo de tiempo para mis tonterías. Sin embargo, fijaros si está mal el tema que no pude ir al concierto de Mogwai del domingo pasado, decisión de la que me arrepentiré por los siglos de los siglos, o al menos hasta que vuelvan a tocar por aquí.

¿La causa de esta pena? Me encuentro ante las mismísimas fauces del infierno y cada día es una lucha por no caer en ellas y ser deglutido. Otras personas lo llaman “primer cuatrimestre de tercero de teleco” para suavizar un poco, aunque viene a ser lo mismo. Sobre todo si se suma el factor “no he hecho una mierda de libre elección” y se decide hacer nada menos que 16 créditos de dicho formato. Con dos cojones. Resultado: diez asignaturas de las cuales hay que llevar al día nueve bajo la amenaza de la evaluación continua. Y la fiesta no ha hecho más que empezar.

Dicen que el comienzo de cuarto es todavía más divertido, pero con un poco de suerte pongo tierra de por medio y la cosa me pilla en tierras galas haciendo el Oracio Holiveira.