- A mí lo de los blogs me parece una gilipollez.
- Bueno, yo más bien diría que hoy en día cualquier gilipollas tiene un blog. Yo tengo dos.
- No entiendo la necesidad de contar tus cosas al mundo. ¿Necesitas que te aplaudan, que te digan lo maravilloso que eres?
- Pero si no me lee ni el Tato... yo escribo por una necesidad interior, porque es una forma de intentar organizar el caos y darle una apariencia de orden, una forma de intentar comprender el mundo, de alcanzar la verdad. Escribir te obliga a reflexionar, a analizar tus ideas y estructurarlas, a tomar perspectiva sobre la vida. Y además tiene la ventaja de que más adelante puedes volver sobre tus escritos y descubrir lo pardillo que eras o, en algunas ocasiones, lo lúcido que puedes llegar a ser. Pero en cualquier caso escribir no es para los demás, sino una dependencia, algo a lo que te agarras para no caer en la locura. Enseñarlo a los demás puede que no sea más que un acto de exhibicionismo.
- Ya. Necesitas la palmadita en la espalda, que te confirmen que eres bueno.
- ... ¡Si publico lo que escribo es porque me parecería cruel privar al mundo de mi genio!
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