Los viejos de hoy en día no son como los de mis tiempos. Cuando yo era viejo, vestíamos ropa normal, como el resto de las personas, nada de esos jerséis con botones, siempre con camisa, ni esas alpargatas que me llevan ahora. Por no hablar de los peinados, esos cardados imposibles que se hacen las señoras, con más volumen que el de Europe, por favor, que ya no estamos o en los ochenta; o la barba que se dejan algunos: que te tiemble el pulso no es razón para dejar de afeitarse, caballero. Es que lo hacen para llamar la atención, mírame, soy viejo y me estoy muriendo, ya he vivido todo lo que tenía que vivir y me reivindico con un aspecto estrafalario. Por favor.
¿Y qué me decís de sus modales? Esas ancianas que se plantan con sus bolsas de la compra justo en medio de la puerta del metro e intentan entrar a pesar de que hay veinte personas intentando salir por el mismo espacio, y que como se lleven el más mínimo achuchón empiezan a vociferar como si les hubieras roto la cadera. O que cuando vas a salir se te cuelan por debajo del sobaco, metiendo el codo si hace falta, como si tuvieran muchísima prisa (¡pero si no tienen nada que hacer en todo el día!) para luego andar tan despacio que hay que medir su velocidad en metros/hora. Y en el cine, que se ponen a hablar como si estuvieran en su casa, contándose a gritos el argumento, y toman caramelos envueltos en el papel más crujiente del universo.
Es que estos viejos de hoy en día no sé en que piensan, siempre para arriba y para abajo con sus viajes del IMSERSO, que dicen que son culturales y para que se entretengan, pero todos sabemos que son un picadero. Y siempre trapicheando fármacos, que si una Biodramina para el mareo, que si un Nembutal para dormir mejor: aquello es peor que un after. Sí, los ancianos de nuestros tiempos no piensan más que en follar y drogarse. Todo legal, claro, lo que parece que les da una superioridad moral para criticar a los demás si quieren hacer lo mismo. ¿Dónde ha quedado la decencia?
La verdad, con estos ancianos de hoy no sé a dónde vamos a ir a parar.
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