Hace unas semanas, a un pobre ruso le sacaron una rama de abeto de su pulmón, tal y como recogía 20minutos junto a una apetitosa foto. ¿A alguien más le recuerda a aquella maravillosa novela del gran Boris Vian titulada La espuma de los días? Ya saben, aquella absurda historia en la que a la bella Chloé le crecía un nenúfar en el pulmón que se combatía llevándole flores a su cuarto. Ésa en la que la casa iba encongiendo y envejeciendo a medida que crecía la malvada planta. Sí, hombre, la del culto desaforado a un tal Jean-Sol Partre que tenía a bien mostrar su vómito en las conferencias. Y esa Iglesia ávida en la que hasta el cristo reclamaba más dinero a los responsables de las ceremonias. Esa novela, en fin, que comenzaba liviana y superficial y, sin cambiar de tono, te acababa helando el corazón.
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