Una vez más nos vemos con la difícil papeleta de resumir cuatro años en un voto, de meter todos los matices, los apoyos y las disensiones en un sobre y desear que el mensaje llegue a su destinatario. Es tanto lo que quiero expresar y tan exiguo el espacio que me dan... Al echar el voto al correo desde mi naufragio parisino me he sentido más que nunca arrojando una botella al mar.
Afortunadamente, no vivo en una lógica binaria. Para expresar mis ideas no solo puedo elegir entre Guatemala y Guatepeor. Espero que en el futuro encontremos una forma de democracia en la que sea más fácil hacer oír nuestra voz. Por el momento, el domingo hay unas elecciones y yo he decidido acudir a las urnas sin miedo y sin taparme la nariz. O con una pinza pequeñita. Porque el motivo para participar en la democracia no puede ser el miedo ni el asco. Si queremos construir un mundo mejor, hay que hacerlo desde la alegría, la esperanza en un futuro más amable. Quizás la utopía sea inalcanzable, pero extendamos los brazos hacia ella. Que aunque sea sirva de rumbo.
Por eso, yo, que vengo de un pragmatismo científico, ahora me lanzo al voto inútil: votar en conciencia, no renunciar a nuestras ideas y sobre todo no aceptar la realidad como un ente inalterable. Nuestra sociedad se puede cambiar y el primer paso es recuperar la dignidad para decir que queremos hacerlo. No escucharé a todos aquellos que dicen hacer lo que hay que hacer, que las cosas son así y no pueden serlo de otro modo. Seré ingenuo, perseguiré sueños. Seré poco práctico.
3 comentarios:
Se nos tiene que curar el bipartidismo y el votoutilitismo
Cómo me gusta leerte.
Me gusta que me leas :)
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