05 marzo 2006

Olas

Durante el fin de semana pasado, y aún durante esta semana, pudimos disfrutar de unas temperaturas bastante bajas. Casi podrían calificarse de invernales. Los medios de comunicación se lanzaron a difundir la noticia: hace un frío que pela, nieva apartir de ciertas cotas. Algo completamente inusual a finales de febrero. Ola de frío, ponen en titulares. No hacía tal rasca desde hace tres inviernos. Por supuesto, nos regalaban algunas recomendaciones: mejor quedarse en casa con la calefacción encendida, abríguense si tienen que salir, no se vayan de viaje si no es necesario... Incluso nos obsequiaban con imágenes inéditas: nieve en Pamplona, niños tirándose bolas en Huesca.
No falla que algún pueblecito perdido se quede aislado durante unas horas. Y allá que se va el intrépido reportero con gran riesgo para su integridad física tras las máquinas quitanieves. Cuando por fin consigue llegar, pregunta con gran asombro a la gente de la calle cómo han sobrevivido al desastre. Por suerte, algún lugareño suele contestar con sorna, aunque sólo sea un leve brillo en los ojos por educación, que se ha levantado tarde, ha ido al bar a desayunar, luego ha tirado de la despensa y se ha hecho un guiso. Que, total, estas cosas pasan todos los años.

Dentro de unos meses, allá por julio o agosto, nos bombardearán con campañas de publicidad advirtiéndonos de la ola de calor que estamos sufriendo. Cuarenta grados a la sombra, oiga. Mejor que no corra usted el maratón a las dos de la tarde. Vistan ropas ligeras pero que tapen, beban agua frecuentemente. Originalísimo todo. Lo que nunca se ha hecho en España.
Por favor. Si alguien es tan idiota como para no seguir esas indicaciones por su propio sentido común, seguramente le hará un favor a la especie quitándose de en medio.
Viva el darwinismo social.


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